Los animales son mi pasión... enseñar a amarlos y entenderlos... mi afición.

Dakota

Dakota
mi primera siesta...

miércoles, 13 de enero de 2010

Me llamo Benito...




Hola

Me llamo Benito, aunque antes me llamaban...no sé, prefiero no recordarlo. Soy un carlino y tengo tres añitos.
Cuando era un cachorrito, me llevaron con una familia donde me mimaban tres niños muy simpáticos y cariñosos conmigo. Todo el día me llevaban de aquí para allá en brazos, me daban besos, caricias y toda clase de golosinas ¡¡qué bien me lo pasaba jugando con ellos..!!
Me fui haciendo mayor y casi se olvidaron de mí. Apenas veía a mis pequeños amigos y cuando los veía, dos palmadas y adios, ya no quería nadie jugar conmigo. Menos mal a una perrita amiga que andaba por allí como yo, jugábamos juntos pero el calor y caricias humanas, eso lo necesitaba como el agua de beber. Cuando aparecía alguna persona por allí, nos peleábamos mi amiga y yo haber quien conseguía alguna caricia humana...pero nada, algún grito que otro para apartarnos. Yo no entendía nada.
Llegó el frío, las lluvias y tenía frío, mucho frío. Entre barro, cuadras y unos animales enormes llamados caballos. Menos mal que me escondía entre los montones de paja y allí al lado de mi amiga entraba un poco en calor. Alguna noche la pasé en la perrera y creí que me moría, eso era el peor castigo que me podía caer. Aquello era un sitio horrible donde no veía a nadie, el suelo de cemento, barrotes por todos lados y me sentía tan sólo, tiritando de frío y de un miedo horrible.
Pasó el tiempo y sentía cada vez más unos picores inaguantables, se me hicieron heridas y los ojos nublados a veces no me dejaban ver más allá de un metro.
También vivía allí una perra mastina enorme, que se creía la jefa de todos, pero yo un día le cante las cuarenta y casi me mata la burra de ella. Estuve varios días sin poder apenas moverme.

Una mañana apareció una persona, Ana, que lo primero que hizo fué mirarme a los ojos, cosa que nadie hacía hace mucho, me hablo como si me conociera de toda la vida, me acarició y me sentía tan bien, como cuando era cachorrin. Me daba cosas ricas, alguna pastilla, me pinchó no sé para qué, pero como me daba tanto cariño a mi no me importaba si me hacía algo de daño. Un día me metió bajo un chorro de agua, jabón, mucho aire caliente y me daba miedo pero con el calorcito y los mimos, que bien me sentí después, se acabaron los horribles picores y mis ojos cada vez veían las cosas más claras.
Al día siguiente apareció mi querida Ana con otra persona que casi me desgasta a mimos, juegos, caricias y me llevó en brazos a su casa.
Desde entonces me siento el perro más feliz de la tierra, vivo en un piso calentito, soy la alegría y el centro de atención de todos los que viven allí. Duermo, como y juego con ellos como si fuera un humano más.. y al calorcito de la calefacción en los pies de mi querida Inés.
¡Ah! y me tienen que poner a dieta, por que a este paso.. estoy hecho un gordete!!